Por: Ernesto Facho Rojas
La caricia es un
lenguaje
si tus caricias me
hablan
no quisiera que se
callen
Mario
Benedetti
Hace cien años nació
el uruguayo más ilustre de todos los tiempos. Su lenguaje sencillo, —pero
incendiado por una dulce llama de ternura que seducía a la gente, al pueblo,
al hombre de a pie— sigue brillando hasta nuestros días. Notamos cómo sus
palabras, como si fueran monedas siempre vigentes y en curso, aparecen en las
redes sociales. Pienso que no hay cibernauta que no se haya topado con alguna
línea de Benedetti, ya sea en Facebook o Instagram.
Mario Orlando Hardy
Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, nombre completo de nuestro autor, fue un
escritor prolífico, pues publicó más de ochenta libros con traducciones en
diferentes lenguas, entre las cuales no solo contamos obras poéticas, sino
también novelas y obras de teatro. En un inicio leía poemas de Baldomero
Fernández Moreno en la Plaza San Martín, y así poco a poco fue naciéndole la
idea de escribir versos. Y llegó tan lejos, que en este momento me siento
frente a una computadora para rememorar mis pocas lecturas sobre la conmovedora
pluma de este vate pues, a pesar de que destacó en varios géneros, siempre se
consideró un poeta.
Su narrativa también gozó de aquella sencillez que lo llevó a conectar con la gente. Tiene, entre otros títulos, dos novelas que han captado mi atención:
Gracias por el fuego (1965)
Esta es la historia de
Ramón Buñido, quien reflexiona acerca de su vida. La obra empieza con una
reunión de uruguayos. Ellos conversan sobre lo decepcionados que se sienten de
su país, introduciendo un matiz político que me hizo perder interés en la
historia central. Uno de los personajes les comunica que todo Uruguay se ha
inundado y cada uno empieza a rectificarse y manifiestan, quitándose las
caretas, el cariño que sentían por su nación.
La trama continúa con
los recuerdos de Ramón, quien se va a desilusionar de su padre Edmundo (contempla
una violación por parte de Edmundo hacia su madre) y se entra de una amante del
padre. Contiene varios pasajes poéticos. Sin embargo, nuevamente hace un
paralelo entre Edmundo en quien el autor sugiere se ha personificado a la élite
poderosa de Uruguay. El mismo Benedetti, en algunos documentales, cuenta que
sus personajes a pesar de su exilio, siguen transcurriendo y respirando en
Uruguay, ya que su país debía estar presente siempre en su literatura.
Sobre eso no hay duda: es sincero con ella.
Porque le cuenta cosas feas, cosas sucias, cosas terribles. Como si supiera que
el amor de ella es capaz de aceptar ese lado negro de su ser, esa zona del
diablo que nunca muestra a nadie totalmente.
La tregua (1960)
Esta es la historia Martín
Santomé: “Sólo me faltan seis meses y veintiocho días para estar en condiciones
de jubilarme”. Su vida transcurre en medio de una rutina gris a la que casi se
ha acostumbrado. Él comparte este estilo de vida con sus tres hijos, quienes
también tienen sus propios conflictos y crisis. Es una trama que, por momentos,
me resultó algo repetitiva, ya que la historia lleva la forma de un diario y en
un diario perfectamente sucede aquello. Casi es un calco de la vida y la vida
es así. Es necesario contar que Santomé es viudo “la muerte de Isabel es algo
fuerte”. Sin embargo, tiene una segunda oportunidad, pues vuelve a experimentar
un amor renovado con una mujer casi 25 años menor que él: Laura Avellaneda.
A favor de la técnica
del diario utilizada en La tregua,
diremos que el texto se convierte en un relato confesional, algo que agrada
sobremanera al lector que no necesita arquitecturas complejas del lenguaje ni
tramas enrevesadas, pletóricas de un conocimiento técnico de narrador. En sus
páginas notamos el susurro acalorado de la pasión dicho en primera persona, el
mismo que por momentos también nos vuelve cómplices de esta historia con final
lacrimoso.
Asimismo, la versión
cinematográfica de este libro fue la primera película de ese país en ser
nominada a un Premio Oscar.
Lunes 3 de febrero
Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me
alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos
juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.
El amor, las mujeres y la vida (1995)
En la contraportada,
dice: “Este poemario reúne los mejores versos de amor de Mario Benedetti”, ya
que este asunto es como la columna vertebral no solo del libro, sino también es
la temática en la que nuestro autor se sumerge hasta salpicarnos de esa ternura
y ese fuego sencillo que nos toca el pecho. Aquí, al igual que los personajes
de sus libros, encontramos a un hombre que ha recorrido la vida con pasos
firmes, impresionado siempre por ese misterio infinito que es la mujer. A
veces, ella se presenta como un ser lejano, inalcanzable, etéreo. Es allí
cuando Mario Benedetti teje sus versos que van llegando impregnados con un inconfundible
aroma a melancolía, esa sustancia de la que también está hecho ese amor de los
que no se encuentran ni se miran ni se tocan.
Entre las composiciones
más populares del libro encontramos
Táctica y estrategia, Corazón coraza, Te quiero, No te salves, Hagamos un
trato, Pies hermosos, entre otros.
Si bien es cierto, la
belleza que muestra el autor de Pedro y el capitán parece sencilla, la
concepción de un poema con esa transparencia y música que ostentaba el uruguayo
es muy difícil de lograr para un hacedor de versos. Es decir, para cualquier
poeta es más fácil coleccionar palabras raras, alinearlas sobre su escritorio y
hacerlas desfilar con un distinto orden sobre el papel. Esto, gracias a que la
idea misma del poema tiene la suficiente fuerza o poesía como para decirse sin
necesidad de oropeles barrocos.
En Madrid le han hecho
un homenaje esta mañana misma Joaquín
Sabina, Benjamín Prado y Elvira Sastre. Ellos han participado en
un recital donde han leído las letras del maestro, frente a un público que los
ha escuchado enamorado —como siempre— de aquel poeta nacido exactamente hace
cien años.
Asimismo, se ha editado
un libro titulado Cien veces Benedetti,
donde aparecen fotos del autor y cartas suyas y de otros colegas suyos como el
peruano Mario Vargas Llosa y el inmortal Julio Cortázar. Aquí un fragmento de
una carta a Benedetti del autor de Rayuela:
Benedetti, yo no entiendo cómo ha hecho usted
para meterse tan a fondo en el libro y decir de él un montón de cosas que yo no
conseguiría jamás articular coherentemente. (No es falsa modestia; supongo simplemente
que si fuera capaz de entender del todo el libro, no habría conseguido
escribirlo; la parte del balbuceo, de la imposibilidad de objetivar las
corrientes profundas, se convierte en la obra, pero jamás puede situarse en el
plano de la explicación de la obra). Pero esa frase entre paréntesis lo alcanza
también a usted, porque sólo desde adentro se podía ver con tanta claridad el
móvil de Rayuela, y en usted el poeta y el crítico son uno solo frente a la
obra que primero padecen y después elucidan.
Fraternalmente, por su
parte, en alguna ocasión Mario Vargas Llosa le escribió:
Estoy contento de haberte conocido, de que
seamos amigos, de haber leído tus libros. Anoche terminé los cuentos, que me
gustaron tanto como tus poemas y tu ensayo. Pero lo que más me entusiasma es tu
novela: la leí de un tirón, en una noche. Es un magnífico libro, hombre, muy
pocos en América Latina manejan una lengua tan exacta, rica e inteligente. Es
una novela honesta y auténtica, en la que nada está de más y que va contra la
corriente, porque a los subdesarrollados nos gusta contar historias tremendas,
excepcionales, y eludimos lo rutinario y lo banal que, sin embargo, ocupan
sectores más anchos de realidad.
Como se trataba de un autor que
escribía prosa y verso, en su libro La
tregua Benedetti incluye un poema que me ha parecido muy sentido y trágico.
Alguna de sus frases ya la había visto por allí, en algún lugar de las redes
sociales, que es donde pareciera que sigue vivo Mario, como si en realidad
Dios, o alguno de nuestros dioses, en realidad fuera una mujer que ha decidido
que el poeta no muera nunca, a razón de haber quedado cautivada con su poesía.
Me refiero a Última noción de Laura, un
texto desgarrador y que cito a continuación, esperando que estas líneas sirvan
para redescubrir a este autor, de quien curiosamente se dice que se ha
encontrado una nueva novela inédita e incompleta.
A continuación, los versos:
Usted martín santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
todavía muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza.
usted martín santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
porque me estoy muriendo santomé
usted claro no sabe
ya que nunca lo he dicho
ni siquiera
en esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme (…)
Lunes 14 de septiembre de 2020
3:10 p.m.
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