domingo, 20 de septiembre de 2020

El Resplandor o la cuarentena de Jack Torrance



Por: Ernesto Facho Rojas

Cualquier gran hotel tiene un fantasma. ¿Por qué?
Demonios, la gente viene y va...
Stephen King, (1977). El Resplandor

Shelley Duval, representando a Wendy Torrance en la icónica escena de "El resplandor"

En una ocasión, Stephen King se vio obligado a pasar una larga temporada encerrado en un hotel. El autor refiere que por momentos sus hijos llegaron a colmar su paciencia. Lejos de convertir dicha adversidad en un drama, como cualquier artista, decidió aprovecharla y preparar la nueva trama de su libro. Así, en 1977 es que publica una obra de culto, El Resplandor, novela que tiene su versión cinematográfica gracias al ingenio de Stanley Kubrick.
El libro narra la historia de una familia cuyo padre está buscando un empleo. Su nombre es Jack Torrance y, en ocasiones, tiene unos ataques de ira incontrolables. Es así que perdió su trabajo anterior de maestro, ya que había golpeado a uno de sus estudiantes. Al ingresar al Overlook, es recibido por uno de los empleados y obtiene el puesto de guardián del hotel, pues en época de invierno la nevada tornaba inaccesibles los caminos que llevaban a ese más que misterioso lugar. Junto a su familia debe cuidar el hotel hasta que, terminado el invierno, retornen los dueños a reabrir el negocio para recibir nuevos huéspedes.
Portada de "El resplandor" de Stephen King

Jack, acompañado solo de su esposa Wendy y su hijo Danny, empiezan una convivencia provistos de todos los alimentos y comodidades propios de ese lugar  gigantesco, lujoso y asilado por la nieve, donde en otro tiempo se hospedaron personajes como los Vanderbilt, los Rockefeller, los Astor y los Du Pont y en cuya suite presidencial se alojaron exmandatarios como Wilson, Harding, Roosevelt y Nixon.
Pero el hotel, un escenario-personaje al estilo de las historias de Edgar Allan Poe (verbigracia: La caída de la Casa Usher), esconde un macabro misterio, pues de alguna manera está maldito por una serie de asesinatos perpetrados allí en años anteriores. Esto es lo que conecta al principio con Danny (quien tiene el don de El Resplandor, o sea, es un médium) y más tarde con el mismo Jack Torrance, pero en condición de un peligroso poseso.

Danny Lloyd es quien da vida a Danny Torrance en el filme de Kubrick

Confieso que, al igual que con IT, caí en las redes oscuras de este libro gracias a la gigantesca e hipnotizante maquinaria comercial de la película Doctor Sueño, parte II de esta misma historia (aquí Danny ya está grande y maneja mejor el hecho de esplender). Sin embargo, he notado la valía del texto en cuanto a que conserva, al puro estilo de Mr. King, escenas llenas de tensión, apoyadas en historias populares. Mientras que en IT nos vende la historia de un Guasón más sanguinario, aquí en varias páginas se  cuelga de la historia de Barba Azul, un cuento infantil donde también se esconde un secreto detrás de una puerta que nadie debe abrir. Esta es la diabólica habitación 217 donde se encuentra “La señora muerta”, un ente maligno que aprovecha las condiciones de clarividente de Danny para atormentarlo y herirlo.

«—Entré —contó [Danny]—. Robé la llave maestra y entré. Era como si no pudiera contenerme. Tenía que saber. Y ella... la señora... estaba en la bañera. Estaba muerta, toda hinchada. Estaba des... desnu... no tenía puesta nada de ropa —con aire lamentable, miró a su madre—. Y empezó a levantarse y quería atacarme. Yo lo sé, porque lo sentía.»

"El resplandor" es una novela colmada de apariciones de fantasmas

Otra muestra de los demonios de aquel hotel embrujado que me parece pertinente citar son los gigantescos setos que tenían forma de animales, como parte de la decoración en la zona infantil del hotel: «Danny, con su vista de lince, alcanzaba a distinguir un conejo, un perro, un caballo, una vaca y otros tres, más grandes, que parecían leones retozando.» Y como en este lugar se respira miedo y terror puro y hasta las mangueras toman forma de serpientes, es que encontramos el siguiente fragmento que me ha parecido bastante logrado, no solo por la infartante persecución, sino por la estética con que son descritos los monstruos amenazantes:
«Cuando volvió a mirar hacia atrás, el león delantero estaba apenas a un metro y medio de él. Con una mueca. La boca abierta, las grupas tensas como la cuerda de un reloj. Por detrás de él y de los otros leones alcanzó a ver al conejo, que ahora también asomaba fuera de la nieve la cabeza, de un verde brillante, como si se hubiera despojado de su horrenda máscara inexpresiva para ver el final de la cacería.»
La novela pudo ser más intensa, más directa, más King, pero el autor de Carrie quiso darle espacio a la lenta metamorfosis de Jack, quien poco a poco, requerido por las fuerzas oscuras del hotel, va personificando la voz del Overlook a través de este señor, un escritor frustrado que en todo momento trata de terminar una obra de teatro. A diferencia de varios de sus demás libros, podemos apreciar en este asalto literario con pretensiones de profundidad psicológica (a mi parecer, innecesarias), un final satisfactorio, donde el narrador vierte toda esa energía orgásmica acumulada con la tensión y el suspense de las páginas anteriores.

Stephen King, autor de "El resplandor", denominado "El rey del terror" por sus seguidores

En otras palabras, el Rey del Terror esta vez nos deja servidos de un gran final.
En cuanto a los desaciertos, el roque (deporte que equivale al croquet) es un tema que ocupa demasiadas páginas para justificar una persecución por parte de Jack Torrance a su familia, pues, a diferencia de la versión cinematográfica no se utiliza un hacha, sino el mazo típico del deporte aludido: «El mazo volvió a bajar con mortífera, sibilante celeridad, y se le hundió en el vientre. Wendy gritó, súbitamente hundida en un océano de dolor.»
Pero Kubrick, en términos generales, le da un poco más de brillo a ese resplandor concebido por King, pues vuelve más ágil la historia y, en el camino, sacrifica al personaje de Wendy. Esta ya no tiene el mismo coraje de una amazona como en el libro, dispuesta a dar la vida por su hijo: en la película, solo encontramos a una mujer de rostro alargado que se la pasa gritando aterrada.
Y mientras me digo que prefiero mil veces el final logrado por King, me pregunto si alguien más, en estos días de confinamiento, esplende como estos personajes torturados por la locura del encierro.


Chiclayo, 23 de abril de 2020

lunes, 14 de septiembre de 2020

Cien años de Benedetti, un autor sin tregua para el amor

 

Por: Ernesto Facho Rojas

 

La caricia es un lenguaje

si tus caricias me hablan

no quisiera que se callen

Mario Benedetti

 

Estatua de Mario Benedetti en Plaza de toros

Hace cien años nació el uruguayo más ilustre de todos los tiempos. Su lenguaje sencillo, —pero incendiado por una dulce llama de ternura que seducía a la gente, al pueblo, al hombre de a pie— sigue brillando hasta nuestros días. Notamos cómo sus palabras, como si fueran monedas siempre vigentes y en curso, aparecen en las redes sociales. Pienso que no hay cibernauta que no se haya topado con alguna línea de Benedetti, ya sea en Facebook o Instagram.

Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, nombre completo de nuestro autor, fue un escritor prolífico, pues publicó más de ochenta libros con traducciones en diferentes lenguas, entre las cuales no solo contamos obras poéticas, sino también novelas y obras de teatro. En un inicio leía poemas de Baldomero Fernández Moreno en la Plaza San Martín, y así poco a poco fue naciéndole la idea de escribir versos. Y llegó tan lejos, que en este momento me siento frente a una computadora para rememorar mis pocas lecturas sobre la conmovedora pluma de este vate pues, a pesar de que destacó en varios géneros, siempre se consideró un poeta.

Su narrativa también gozó de aquella sencillez que lo llevó a conectar con la gente. Tiene, entre otros títulos, dos novelas que han captado mi atención:

Gracias por el fuego (1965)

Esta es la historia de Ramón Buñido, quien reflexiona acerca de su vida. La obra empieza con una reunión de uruguayos. Ellos conversan sobre lo decepcionados que se sienten de su país, introduciendo un matiz político que me hizo perder interés en la historia central. Uno de los personajes les comunica que todo Uruguay se ha inundado y cada uno empieza a rectificarse y manifiestan, quitándose las caretas, el cariño que sentían por su nación.

La trama continúa con los recuerdos de Ramón, quien se va a desilusionar de su padre Edmundo (contempla una violación por parte de Edmundo hacia su madre) y se entra de una amante del padre. Contiene varios pasajes poéticos. Sin embargo, nuevamente hace un paralelo entre Edmundo en quien el autor sugiere se ha personificado a la élite poderosa de Uruguay. El mismo Benedetti, en algunos documentales, cuenta que sus personajes a pesar de su exilio, siguen transcurriendo y respirando en Uruguay, ya que su país debía estar presente siempre en su literatura.

 

Sobre eso no hay duda: es sincero con ella. Porque le cuenta cosas feas, cosas sucias, cosas terribles. Como si supiera que el amor de ella es capaz de aceptar ese lado negro de su ser, esa zona del diablo que nunca muestra a nadie totalmente.

 


La tregua (1960)

Esta es la historia Martín Santomé: “Sólo me faltan seis meses y veintiocho días para estar en condiciones de jubilarme”. Su vida transcurre en medio de una rutina gris a la que casi se ha acostumbrado. Él comparte este estilo de vida con sus tres hijos, quienes también tienen sus propios conflictos y crisis. Es una trama que, por momentos, me resultó algo repetitiva, ya que la historia lleva la forma de un diario y en un diario perfectamente sucede aquello. Casi es un calco de la vida y la vida es así. Es necesario contar que Santomé es viudo “la muerte de Isabel es algo fuerte”. Sin embargo, tiene una segunda oportunidad, pues vuelve a experimentar un amor renovado con una mujer casi 25 años menor que él: Laura Avellaneda.

A favor de la técnica del diario utilizada en La tregua, diremos que el texto se convierte en un relato confesional, algo que agrada sobremanera al lector que no necesita arquitecturas complejas del lenguaje ni tramas enrevesadas, pletóricas de un conocimiento técnico de narrador. En sus páginas notamos el susurro acalorado de la pasión dicho en primera persona, el mismo que por momentos también nos vuelve cómplices de esta historia con final lacrimoso.

Asimismo, la versión cinematográfica de este libro fue la primera película de ese país en ser nominada a un Premio Oscar.

 

Lunes 3 de febrero

Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.

 

El amor, las mujeres y la vida (1995)

En la contraportada, dice: “Este poemario reúne los mejores versos de amor de Mario Benedetti”, ya que este asunto es como la columna vertebral no solo del libro, sino también es la temática en la que nuestro autor se sumerge hasta salpicarnos de esa ternura y ese fuego sencillo que nos toca el pecho. Aquí, al igual que los personajes de sus libros, encontramos a un hombre que ha recorrido la vida con pasos firmes, impresionado siempre por ese misterio infinito que es la mujer. A veces, ella se presenta como un ser lejano, inalcanzable, etéreo. Es allí cuando Mario Benedetti teje sus versos que van llegando impregnados con un inconfundible aroma a melancolía, esa sustancia de la que también está hecho ese amor de los que no se encuentran ni se miran ni se tocan.

Entre las composiciones más populares del libro encontramos Táctica y estrategia, Corazón coraza, Te quiero, No te salves, Hagamos un trato, Pies hermosos, entre otros.

Si bien es cierto, la belleza que muestra el autor de Pedro y el capitán parece sencilla, la concepción de un poema con esa transparencia y música que ostentaba el uruguayo es muy difícil de lograr para un hacedor de versos. Es decir, para cualquier poeta es más fácil coleccionar palabras raras, alinearlas sobre su escritorio y hacerlas desfilar con un distinto orden sobre el papel. Esto, gracias a que la idea misma del poema tiene la suficiente fuerza o poesía como para decirse sin necesidad de oropeles barrocos.

En Madrid le han hecho un homenaje esta mañana misma Joaquín Sabina, Benjamín Prado y Elvira Sastre. Ellos han participado en un recital donde han leído las letras del maestro, frente a un público que los ha escuchado enamorado —como siempre— de aquel poeta nacido exactamente hace cien años.



Asimismo, se ha editado un libro titulado Cien veces Benedetti, donde aparecen fotos del autor y cartas suyas y de otros colegas suyos como el peruano Mario Vargas Llosa y el inmortal Julio Cortázar. Aquí un fragmento de una carta a Benedetti del autor de Rayuela:

Benedetti, yo no entiendo cómo ha hecho usted para meterse tan a fondo en el libro y decir de él un montón de cosas que yo no conseguiría jamás articular coherentemente. (No es falsa modestia; supongo simplemente que si fuera capaz de entender del todo el libro, no habría conseguido escribirlo; la parte del balbuceo, de la imposibilidad de objetivar las corrientes profundas, se convierte en la obra, pero jamás puede situarse en el plano de la explicación de la obra). Pero esa frase entre paréntesis lo alcanza también a usted, porque sólo desde adentro se podía ver con tanta claridad el móvil de Rayuela, y en usted el poeta y el crítico son uno solo frente a la obra que primero padecen y después elucidan.

Fraternalmente, por su parte, en alguna ocasión Mario Vargas Llosa le escribió:

Estoy contento de haberte conocido, de que seamos amigos, de haber leído tus libros. Anoche terminé los cuentos, que me gustaron tanto como tus poemas y tu ensayo. Pero lo que más me entusiasma es tu novela: la leí de un tirón, en una noche. Es un magnífico libro, hombre, muy pocos en América Latina manejan una lengua tan exacta, rica e inteligente. Es una novela honesta y auténtica, en la que nada está de más y que va contra la corriente, porque a los subdesarrollados nos gusta contar historias tremendas, excepcionales, y eludimos lo rutinario y lo banal que, sin embargo, ocupan sectores más anchos de realidad.



Como se trataba de un autor que escribía prosa y verso, en su libro La tregua Benedetti incluye un poema que me ha parecido muy sentido y trágico. Alguna de sus frases ya la había visto por allí, en algún lugar de las redes sociales, que es donde pareciera que sigue vivo Mario, como si en realidad Dios, o alguno de nuestros dioses, en realidad fuera una mujer que ha decidido que el poeta no muera nunca, a razón de haber quedado cautivada con su poesía. Me refiero a Última noción de Laura, un texto desgarrador y que cito a continuación, esperando que estas líneas sirvan para redescubrir a este autor, de quien curiosamente se dice que se ha encontrado una nueva novela inédita e incompleta.

A continuación, los versos:

Usted martín santomé no sabe

cómo querría tener yo ahora

todo el tiempo del mundo para quererlo

pero no voy a convocarlo junto a mí

ya que aún en el caso de que no estuviera

todavía muriéndome

entonces moriría

sólo de aproximarme a su tristeza.

 

usted martín santomé no sabe

cuánto he luchado por seguir viviendo

cómo he querido vivir para vivirlo

porque me estoy muriendo santomé

 

usted claro no sabe

ya que nunca lo he dicho

ni siquiera

en esas noches en que usted me descubre

con sus manos incrédulas y libres

usted no sabe cómo yo valoro

su sencillo coraje de quererme (…)

 



 

 

 

Lunes 14 de septiembre de 2020

3:10 p.m.