jueves, 29 de diciembre de 2022

RESEÑA| "Lado B de las sombras": ¿La oscuridad es una mujer ausente? | Por: Ernesto Facho

 El título del libro, “Lado B de las sombras”, alude a ese reverso de la realidad que Octavio Paz decía que es en el que andan navegando los poetas. La Literatura, al igual que el arte en general, siempre trata de explorar más allá, de ir hacia adentro, o a esa otra orilla de la reflexión que no alcanza el vulgo, ya que anda secuestrado por el agresivo ataque audiovisual (la luz) al que estamos expuestos.

El poeta Juan José Soto, dando lectura a los versos de "Lado B de las sombras"

  Una noche, César Boyd me dijo que debía conocer a un poeta con «muy buenos contactos». 

Por esos años, recuerdo que la mayoría del Grupo Literario Signos andaba inmerso en el descubrimiento de Roberto Bolaño. Hablábamos mucho de él y de la idea romántica de relanzar el grupo, tratando más o menos de plasmar nuestra doctrina literaria e ir evangelizando un puñado de ideas que no llegaron a cuajarse como las bases del grupo. 

«Ven para que lo conozcas. El pata es de Lima, de Barranco» me dijo el autor de “La misa del yo insaciable”. Y llegamos a un local en Santa Victoria.  

Así conocí a Juan José Soto Bacigalupo, un 3 de agosto de 2011. 

Con su ayuda, pude participar en los eventos literarios más importantes a los que he asistido, después de la Feria Internacional del Libro en el 2019. Siempre confió en mí, no solo como poeta, sino también como articulista. Y, lógicamente, escuché muchas veces sus versos. 

Hace poco, Gianfranco Mejía visitó el colegio donde trabajo. Una señorita de atención al cliente lo atendió y le recibió el libro que su autor me estaba compartiendo, después de que yo aceptara comentarlo hoy, sábado 17 de diciembre. Y yo no sabía que era una bomba. Explico por qué. 

La poesía de Jota, así como lo llamamos sus amigos, ha sufrido una evolución —para mí— inesperada en esta última entrega. Son versos de una calidad que nunca escuché en recital anterior y que no pueden ser alcanzados por las líneas que leí en “Airado Verbo”. 

A mi parecer, “Lado B de las sombras” es el inesperado renacer de un poeta, un cambio de piel, el crecimiento en la videncia que él mismo proclama y con la cual puede navegar a través de las sombras. 

Dicho esto, debo agregar que la lectura de este libro ha sido como ingresar en un nuevo laberinto, pisar tierras ignotas, penetrar en una dimensión desconocida del autor, a la cual tal vez ha podido llegar a través de meditación que le ha procurado la soledad y el confinamiento. 

Paso a explicar. El libro es un poemario que aborda los siguientes temas: 


En la mesa de honor, de izquierda a derecha, Ernesto Facho, Juan José Soto y Jorge Fernández Espino


  1. La búsqueda de lo trascendental: 

El título del libro, “Lado B de las sombras”, alude a ese reverso de la realidad que Octavio Paz decía que es en el que andan navegando los poetas. La Literatura, al igual que el arte en general, siempre trata de explorar más allá, de ir hacia adentro, o a esa otra orilla de la reflexión que no alcanza el vulgo, ya que anda secuestrado por el agresivo ataque audiovisual (la luz) al que estamos expuestos. 

Entonces, si me alejo de la luz, llego a las sombras. Pero este libro no trata solo de las sombras, sino del otro lado de las sombras. Es decir, de una exploración mucho más profunda todavía. 

Y para explorar tinieblas adentro, se necesita de la videncia que Rimbaud decía que había que procurarse como poeta, como robador de fuego. 

Lo dicho anteriormente se evidencia en los siguientes fragmentos: 

Coloco el ojo izquierdo en la cerradura

Giro

Y vuelan despavoridas las sombras

También cuando dice: 

Me alejo de la cercanía del hombre

De su repleto vacío

De su absurda existencia fosforescente

Que atrae exaltados ejércitos de moscas. 

En ambas estrofas, notamos cómo el ojo vidente del poeta, el que ve más allá del ojo humano, puede ver en las sombras lo que los hombres de pobre «existencia fosforescente» no pueden ver. Esto también nos remite al ideal platónico, ya que el poeta, en este caso, estaría enfocado en el mundo de las ideas y no en nuestra realidad vista a la luz del día. 

  1. El misterio de la sombra 

Encuentro una suerte de intertextualidad con La Divina Comedia en el poemario. El yo poético es un moderno Dante que desciende por los círculos de los infiernos. El autor anota: «Hay traslúcidos infiernos/ En los espejos de papel de los orates».  O más bien, un Dante surrealista, ya que en el poemario abundan las descripciones de los abismos y las monstruosas visiones de los bajos. Estas mismas sombras, son las que lo han ayudado a ver más allá del espanto y la soledad y lo han hecho más fuerte, igual que con todos nosotros cuando pasamos por momentos difíciles. 

Teniendo en cuenta lo anterior, me parece oportuno citar las siguientes descripciones: 

Una horda dura, gris 

De hombres piraña

Me levanta en peso

Hurga uno a uno los bolsillos

Me arranca la ropa

Me calatea

Me sacude

Vuelve a sacudirme furiosamente

Asimismo, las visiones de hombres despedazados son muchas veces referencias del yo poético. Se hace alusión, en las horribles visiones del artista, a los desmembramientos propios y de terceros. El yo poético sufre por estar atado a la cotidianidad de las sombras y de sentirse, muchas veces hecho pedazos por el día que lo aplasta. Pero, si buscamos entre los versos de este libro, ¿podremos encontrar la razón de este sufrimiento? ¿Si existen las sombras, también existe la luz en este título? La respuesta es «sí». 

Entonces, ¿dónde está la luz? 

  1. La oscura soledad poética

Hubiera sido absurdo pensar que no hubiera matices en este libro. El nombre no sugiere que todo sea oscuridad, tinieblas, noche. De hecho, no hay ningún poema a la luz; sin embargo, se hace referencia a ella. Repito: a ella. 

Y es que la luz, en “Lado B de las sombras”, es algo que existe en tiempo pretérito, en el ayer. La luz es un recuerdo. 

A continuación, exploraremos los rincones de nostalgia de este libro, donde se alude a ese personaje incidental, en términos narrativos, que aparece por momentos en los espacios oscuros de este lóbrego templo. 

Por ejemplo, cuando el autor dice: 

Son tus nalgas

Enredando mis labios

Hondos ojos

Por los que miro el amanecer. 


La musa, al ausentarse, produce el desasosiego, el tedio, las sombras. 

Es decir, la corporeidad de la musa, el erotismo, su piel, es lo que ayudaba al poeta a salir de las tinieblas. Aquí podemos mencionar a la mujer solar. Incluso más adelante menciona al «desquiciado tren» como metáfora de lo pasajero en la existencia del ser humano. Leamos también la siguiente estrofa: 

Canciones resuenan

Sobre las ramas de los árboles

Ante el oscuro ritual del adiós. 

El adiós, necesariamente, tiene que ser un evento que oscurece, ya que la hembra solar se esfuma, se aleja, se ausenta. Las canciones son los poemas que aterrizan en uno de los dos tipos de oscuridades.  

Existen dos tipos de dicotomías: LUZ/ SOMBRA:

Primero: La luz artificial del mundo vulgar, de la luz fosforescente, frente a la oscuridad donde la videncia del poeta muestra la verdadera trascendencia. Es decir, encontramos a los seres comunes y corrientes presos en los asuntos materiales que pueden ser observados solo a la luz del día, haciendo vidas cotidianas, mientras el poeta, con su videncia, ve más allá.

Segundo: La luz de la mujer frente a la oscuridad del tedio que ofrece la soledad. 

Y si hay un poema donde descansa esta última luz femenina, tendremos que ir por el poema XII, el cual es un artefacto poético muy especial dentro de estas páginas, ya que casi todo está manchado de infierno, cadáveres, monstruos y mutilaciones. El poema duodécimo es, en referencia una vez más a la Divina Comedia, el Paraíso de Dante ya que, al igual que en la obra del vate italiano, este simboliza a la luz y, también, todo termina siendo un sueño. Dichos versos son los que le dan cierto equilibrio a este libro, el espacio por donde se filtra la vida nutrida de nostalgia pura. 

Tropiezas con la luz matinal

Te levantas

Rozas el canto de las sombras. 

Y cierra diciendo: 

Cruento despertar 

Que nos entrega mañanas 

Sin el menor rastro de luz.

Aquí la mujer se ha ido y, con ella, la luz. No queda de ella el menor rastro. El poeta se sumerge en las tinieblas y las explora desde el barranco de su soledad. 

Sin duda alguna, esta noche Juan José nos trae una propuesta que no puede faltar en la biblioteca de ningún lector. Ha pasado mucho tiempo desde nuestro primer encuentro, once años ya, y esperamos que, en lo sucesivo, el poeta nos siga trayendo más sorpresas, dejando atrás los despojos de los anteriores rostros, buscando nuevas identidades en ese océano de sombras del que se ha convertido en un buzo experto. 

¿Acaso allá en las sombras aguardan muchas más palabras para su canto?

¡Felicidades por el nuevo título! 


La presentación de "Lado B de las sombras", en el marco del Ciclón de Poesía, fue un evento que tuvo gran concurrencia. 




Sábado 17 de diciembre de 2022


domingo, 6 de noviembre de 2022

"Besos de fuego": ¿Por qué es la obra que está haciendo arder Trujillo?

 

Por: Ernesto Facho Rojas

 

Flyer promocional de la obra, escrita por Roberto Ramos- Perea

Vamos a decirlo de una vez: ¡he quedado impactado!

Acabo de salir del local, de ese ambiente sombrío con luces púrpuras y focos rojos, y me he descubierto temblando de emoción. Y todo esto tiene que ver con el drama que he presenciado hace unos instantes.

Había visto en un post de Cindy Muñoz, una joven actriz que vive en Trujillo, el anuncio de una obra de corte erótico. En un reel de Instagram, se puede ver una mano saboreando un muslo moreno de mujer, suave y lentamente.

Como tenía algunos asuntos familiares que ver en la Ciudad de la Eterna Primavera, no me pude perder dicho evento. Y asistí.

Se trata de un Colectivo de teatro llamado El grito, cuyo local funciona al interior de un bar. Y a pesar de que el aforo es limitado, esas cuestiones, gracias a la energía y el aura mágica de esta disciplina, siempre terminan pasando a segundo plano.

A la entrada, uno de los actores, subido en una mesa del bar, nos recibió y nos dio la advertencia de lo que  íbamos a encontrar dentro. El lugar –una vez más, sombrío— con las actrices de espaldas frente a nosotros, a una distancia corta, le daba a la función un toque de intimismo.

Nos dieron unos antifaces. Sin embargo, en este escrito no se ha de revelar el fin de dicho objeto. Arruinaría la emoción y el propósito de tan sensitivo despegue de la historia.

Mercedes Casanova es la hija de un afamado dramaturgo de la Cuba de los años treinta. Se supone que todo es un largo diálogo entre ella y Vicky, una bella catedrática también con mucho prestigio, a quien Mercedes le quiere encargar un estudio para revalorar la obra de su difunto padre.

De manera misteriosa, se van revelando más y más datos sobre el desaparecido escritor, Mario Casanova, quien ha dejado, entre las pertenencias facilitadas a la catedrática, el manuscrito de una obra que contrasta con todas las demás, un punto y aparte respecto a toda la producción anterior del autor en mención. Ese título es “Besos de fuego”. De allí el nombre de la obra.

Flyer promocional de "Besos de fuego" 

Una de las cuestiones más interesantes de la puesta en escena me ha parecido el paralelo a la hora de narrar el diálogo entre las dos damas y la tórrida historia de la mulata Teresa. Esta última aparece, como si fuera un seductor fantasma, frente a nosotros con sus danzas de Herodías y Salomé, al ritmo de un mambo triste, cuya melodía cae sobre el auditorio provocando a un tiempo los sentimientos de la nostalgia y las convulsiones del erotismo.  

Sin embargo, a pesar de esa aureola de fuego, de esas chispas que nos hacían arder no sé en qué llamas infernales mientras mirábamos de cerca a los personajes vibrar, besar y sentir, también ha sido un punto fuerte de la dramatización las profundas reflexiones en torno al erotismo en la literatura, la importancia de una obra literaria y el rol de la mujer en el mundo de las letras.

Más adelante, usted, futuro espectador, podrá ver cómo la historia sufre un plot twist (giro de trama) que acaba por reivindicar a uno de los personajes, ofreciendo un contundente mensaje sobre las mujeres como seres creativos y trasgresores.

A título personal, quisiera agregar que, como espectador, me he sentido muy complacido de observar y degustar la enormidad del talento y la dimensión de esa pasión por las tablas que existe en Trujillo, mi ciudad natal. Este rincón del Perú no deja de dar sorpresas y de luchar, tal vez en un medio menos hostil que otros, por ofrecer un arte de calidad, uno que, sin lugar a dudas, no tiene nada que envidiarle a cualquier otra obra de teatro a nivel latinoamericano.

Me pregunto si, acaso, El grito tendrá la intención de hacer una gira por otras ciudades. Ojalá muchas más personas pudieran hundir sus almas en la inquietante y mágica atmósfera de este arte que me ha regresado a la ciudad donde vivo, todavía viendo al ágil bailarín vestido de blanco y haciendo piruetas; a “Vicky bonita” buscando la verdad entre libretas de apuntes; a Mercedes Casanova despojándose de sus capas y abriéndose a la sinceridad; y a la mulata Teresa, con una suave luz sobre su pelo, ejecutando una danza que la hace rugir como una fiera, ebria de amor, ebria de impotencia, abriéndose a su hombre como si fuera una flor sembrada en medio del abismo.




                                                      Trujillo, 6 de noviembre de 2022 

 

martes, 30 de agosto de 2022

OPINIÓN| Un mes sin Diego | Por: Ernesto Facho R.



Allá en los años noventa, cuando éramos pequeños, solíamos sentarnos frente al televisor para entretenernos. Mi madre tomaba el control de ese aparato en el que la familia se regocijaba para comentar lo que veían, muy al contrario de las malas costumbres de hoy: Los celulares, entre otras cosas, han aparecido para fabricar zombis como islas, quienes no tienen reparo en sacar ese aparato y colocarlo a manera de un muro en el almuerzo.

En esos años maravillosos, una y otra vez aparecía una figura. Era la misma en Cosas del amor, en María Emilia muriendo de amor, en Amantes de la luna llena, así como en tantas otras producciones. En efecto, tuve una niñez bastante telenovelera. Era lo que había en el menú, a pesar de que muchas veces contábamos con el servicio de cable.

Naturalmente, el personaje aludido en estas líneas es Diego Bertie.

De él aprendimos muchos a enamorarnos, a mirar a la mujer, a —en cierta forma— luchar por lo que queremos (a través de la ficción) y a pretender el manto de un galán frente al sexo femenino. En este momento, no tengo ningún otro actor nacional que se me venga a la cabeza. Los demás han sido mexicanos o brasileños. Pero en Perú estaba Diego.

Uno memorizaba las canciones de las novelas que protagonizaba o en las que actuaba. Yo era niño, pero me llamaba mucho la atención ser algún día como él. No por su apariencia, sino por sus ademanes que no eran toscos ni burdos, sino más bien de una inefable delicadeza viril.

"De él aprendimos muchos a enamorarnos, a mirar a la mujer, a —en cierta forma— luchar por lo que queremos (a través de la ficción) y a pretender el manto de un galán frente al sexo femenino".


Había en él una especie de aureola, cuya luz alcanzaba a tocar tanto a varones como a mujeres. Todo ello, suponemos, era el reflejo de ese buen corazón que inspiraba a los demás a quererlo como antes y extrañarlo como ahora.

En aquel entonces, época de oro de las telenovelas peruanas, hubiera sido muy perjudicial para él exponer su homosexualidad. Sin embargo, como quien arrastra a una víctima hacia el barranco para caer los dos y perecer en los abismos, de esa misma forma Jaime Bayly delató a Diego a través de un artículo donde aludía a la sexualidad de ambos.

Pero el valor de un ser humano siempre va más allá de lo que haga en su intimidad. Y, en cuestión de arte, es más importante lo que hace el artista que el artista mismo, como había sugerido Oscar Wilde, otro homosexual confeso, dicho sea de paso. Al contrario de las minorías con disforia de género que intentan hacerse un lugar a través de escándalos, él siempre se mantuvo perfil bajo en ese aspecto. Es decir, no necesitó ventilar su privacidad para conseguir nada ni tampoco se le vio mostrarse como un personaje oprimido por ningún sistema. Él solo se valió de su talento, de su indiscutible carisma y de su ángel, aspectos que sí son determinantes en la persona que se encarga de transmitir emociones a la audiencia.

"Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte"- Oscar Wilde 

Entonces, ¿era de esperarse este final trágico y horrible para los últimos días de este luminoso artista? Tal vez no. Pero, si hay algo que tiene asegurado una persona de su condición, es ese sufrimiento que asfixia y encarcela a quienes tienen una orientación sexual fuera de lo convencional.

En el momento en que un periódico anunció la trágica noticia en redes, recordé las tristísimas cifras que sufren estas personas. Me refiero a que es sabido que los homosexuales tienen un índice de suicidios superior en catorce veces respecto a un heterosexual, que son personas con muchas parejas sexuales y que muchas veces atraviesan graves episodios de depresión y angustia. Y en nada tiene que ver el pensamiento arcaico de terceros o el hecho de que las leyes no consienten los caprichos de algunos de sus abanderados, sino que simple y sencillamente ir contra la naturaleza ocasiona ciertos estragos a nivel psicológico.  

Insisto: la cifra de suicidios entre homosexuales no es una apreciación personal, son datos contundentes. Ellos viven un promedio de 20 años menos que el resto. Incluso allí podríamos agregar que, siendo apenas el 2% de la población, representan la asombrosa cifra del 69% de casos de VIH según el portal Hivinfo.

Llegando a este punto, estoy convencido de que la compañía pudo haberlo salvado. Tratar su depresión, aliviar los malestares de su espíritu con una mano amiga o la de un familiar lo hubiera rescatado de las garras de la muerte. Pero, en fin, Diego ya no está.

Ha caído exactamente hace un mes desde el piso catorce arrojándose él mismo, porque con la yema de sus dedos tocó los márgenes de la desesperación y el horror, del hastío y la sombra. «Y con dragones habrá que luchar» reza uno de los versos de su más icónico tema. La pregunta se cae de madura: ¿Cabe aquí desear que otros jóvenes, con tanta luz y tanto ángel como Diego, sean estimulados, arrastrados hacia la sombra, inculcando valores invertidos, incentivándolos a que confundan su sexualidad al reforzar los mensajes del lobby LGBT? ¿Por qué tendríamos que alentar a que más jóvenes se animen a llevar un estilo de vida tan infeliz y solitario?

Diego ha muerto, pero no murió por mano ajena. Lo mató ese vacío y desesperación que experimentan aquellos hombres que contemplan su mundo como si Dios se los hubiera hecho al revés. En ese contexto, Diego encontró la soledad, la confusión, la desolación de sentirse una isla o un barco a la deriva con la opción del vacío en frente.

Se ha cerrado el telón para Diego definitivamente y, en vez de sucesores, han quedado arlequines que distraen a las masas con pésimos guiones. «¡Qué difícil es amar!» cantaba Diego en vida. Pero actuar también debe ser difícil. Y bastante.

¿Volverá a brillar otro actor con esa misma luz en alguna otra producción nacional?

El panorama es infinitamente desolador, lo mismo que la partida de este gran artista.

 

"Se ha cerrado el telón para Diego definitivamente y, en vez de sucesores, han quedado arlequines que distraen a las masas con pésimos guiones".


 

Chiclayo, 5 de setiembre de 2022

 

martes, 17 de mayo de 2022

LÍBIDO, UN TORBELLINO DE ROCK EN MONSEFÚ

 Por: Ernesto Facho Rojas


 Tengo sed.

Te necesito para beber tu sangre

y convertirme en parte de ti.

Y ser algo o parte al menos,

porque no soy nada.

No soy nada escribiendo lo vivido.

Sed, Libido

Una selfie con el legendario vocalista de Libido: Salim Vera


Yasanny me había propuesto ir a ver a Libido con unos amigos del colegio CIMA. Acepté de inmediato. Aunque sé que es una de las mejores bandas nacionales, asistí sin esperar mucho. Pensé que podría oírlos a varios metros de distancia, relegado a las últimas filas desde donde a veces se escucha solo un hilo de voz junto al sordo rebote de la música. Sin embargo, este último domingo 15 de mayo me llevé una muy grata sorpresa.

Después de almorzar en casa de mi novia, abordamos un taxi junto a dos profesores más. Juguetón, el maestro Alain Ñiquen comunicaba por teléfono que habían cancelado el evento, pues el concierto no contaba con los permisos. Mi espíritu rockero, adormecido por la ventisca helada de esa noche, había exhalado un suspiro de alivio. De todos modos, fuimos hasta Villa Romero´s en Monsefú y allí esperamos a quienes iban a alcanzarnos las entradas.  

Como teloneros, encontramos a la banda Cix Pack. Ellos interpretaron algunos temas de los ochenta, alternando con temas en inglés; la gente estaba adormecida. Parecía que el geniecillo del rock estaba ausente, ahorrando energías para coincidir con la siguiente banda, la más esperada de la noche: Libido.

Cuando Cix Pack se cansó de despedirse con más temas noventeros, se hizo una pausa. El letargo se acentuó aun más y las personas seguimos el rastro de la humeante carne que salía de las estufas al aire libre. Aunque los anticuchos no eran para mí, me procuré una deliciosa porción de papitas y yucas con ají. De pronto, la temperatura empezó a acomodarse, algo estaba encendiéndose en silencio, mientras el susurro de las personas tejía una especie de manto azul bajo la noche, mientras llegaban más personas y el auditorio parecía que iba a llenarse.

No sucedió. En la parte de atrás, había una piscina; cerca de la piscina, la puerta trasera. A mi izquierda, vestido de traje oscuro y con unas zapatillas blancas, apareció Salim Omar Vera Villar, alguien a quien había visto —por primera vez— gracias a la magia de un pequeño televisor de perilla. Sí, allí estaba el famoso vocalista de Libido. Caminaba ligeramente apresurado y nos daba la espalda, mientras avanzaba hacia los baños.

La imagen que tenía de Salim era equivocada. Los medios de los noventa le habían construido una fama de pedante. Por ello, me acerqué tentando el territorio, mirando con desconfianza a los gorilas que hacían las veces de seguridad con sus chalecos anaranjados, signo inequívoco de su vasallaje. Sin embargo, al llegar a él casi con el consentimiento tácito de sus ciclópeos guardianes, le pedí una foto y, con un gesto muy amable y complaciente, me dijo: «Ya, bacán».

Volvimos emocionados al grupo de los docentes. «Ya justificaste tu entrada» le habían comentado a Yasanny y sí, ya estaban justificados el frío, la espera, el cansancio, incluso la pesadez del día siguiente en la jornada de las clases matutinas. Allí estaba Libido, con Salim de perfil, subiendo al escenario por la delgada escalinata.

Y se hizo el rock en Monsefú, aproximadamente a las diez de la noche.

La diferencia con la banda anterior tenía las dimensiones de un abismo. Cuando lo vi hacer rugir al público de alegría, estremecerlo, sacudirlo con sus temas clásicos, entendí lo que significaba llenar un escenario. Libido no solo es una banda de rock, sino que su vocalista es un performer estupendo que, a diferencia de los teloneros, casi no se detenía a hablar para tomar aire entre canción y canción. Era una máquina de rockear, de expulsar música, de convertir el aire de sus pulmones en armas que alimentaban la nostalgia de los noventa, allí donde casi ya no quedaba ni el recuerdo del frío que nos había castigado minutos antes. ¡Salve, Libido!

En el Villa Romero's, Libido, una banda que derrotó en los MTV Latinos a grupos como Los prisioneros, Javiera y los imposibles y La Ley

Luego escuchamos al vocalista decir frases como: «El reggaetón no es música», «Mi sueño es cantar con Bad Bunny», «Quiero que Bud Bunny me enseñe a cantar» y, la más triste de todas: «A veces la vida es injusta». Ciertamente, Libido es una banda que sigue vigente, pero ha perdido mucha presencia en los medios. De las tocadas frente a veinticinco mil personas y los conciertos en EEUU y sus giras por Chile, Argentina, Colombia y Venezuela, ¿queda algo? Fue un honor tenerlo más de una vez a unos centímetros, confundido entre el público, dejando la estela invisible de aquel suave perfume que llevaba en sus manos sin tatuajes, cantándole de cerca a alguna que otra fan, pero… ¿qué tanto perjudicaron a Libido los otros géneros vigentes? Pareciera que mucho, pues la ironía de Salim para con la música urbana seguía llegándonos con la venenosa brisa del resentimiento.

Al final, después de haber saltado del escenario más de una vez, después de haberse lanzado al piso y de haber dejado toda su energía en ese momento que nos quedará grabado por mucho, mucho tiempo, lo vimos despedirse. A la distancia, el caballero, el adalid de los noventa, ese mismo que derrotó en los MTV Latinos a grupos como Javiera y los imposibles, La Ley y Los prisioneros al llevarse con su banda el premio a Mejor artista suroeste, se alejó del escenario. Como una sombra, lo cubrieron otros rostros a los que él se volvió y en los que lo vi cobijarse por momentos. Era, tal vez, el último consuelo de ese gran artista que hizo detonar su música frente a unos fans que no dejaban de aplaudirlo ni de posar junto a él.

La señora del quiosco, apurada, cerró su puesto y corrió en dirección a Salim; ella también consiguió una foto con él. En ese instante, nos retiramos del lugar. Habíamos vivido una noche memorable.

Y entonces pensé que sería una buena idea escribir una crónica sobre aquella explosión de rock que tuvo lugar en Monsefú, aquel domingo en que nos vimos arrastrados por ese torbellino llamado Libido. 




Chiclayo, 17 de mayo de 2022

domingo, 1 de mayo de 2022

"Romance dormido" o las siete las musas de la cuarentena

Por: Ernesto Facho Rojas

 

«Fue hace ya muchos, muchos años, en un reino junto al mar, habitaba una doncella a quien tal vez conozcan por el nombre de Annabel Lee; y esta dama vivía sin otro deseo que el de amarme, y de ser amada por mí.»

Edgar Allan Poe


Portada del libro "Romance dormido"


I.- INFLUENCIA DEL ROMANTICISMO

El origen del romanticismo puede ubicarse a finales del siglo XVIII e incios del siglo XIX. Se desarrolla en Europa junto a los ideales de igualdad, fraternidad y libertad inspirados por la Revolución Francesa (1789).

Uno de los primeros en sintonizar con esta energía en Francia es Víctor Hugo, fue quien escribe el prefacio a Cromwell en 1827, obra que se tomó como manifiesto de este movimiento, el cual llegó también a Estados Unidos. En España duró de 1830 a 1840.

Aquí en Perú tenemos como representantes a Carlos Augusto Salaverry, quien publicó en 1869 Diamantes y perlas y en 1890 Cartas a un ángel, su obra más famosa. En cuanto al romanticismo social, contamos a nivel nacional con el Bibliotecario mendigo, don Ricardo Palma Soriano, autor de las famosas Tradiciones peruanas.

Dentro de los temas que incluye este movimiento literario, podemos mencionar:

Ø    Hay un héroe

Ø    Existe melancolía

Ø    Desencanto

Ø    Naturaleza silvestre y hostil

Ø    Hay un afán por la libertad

Ø    Se aprecia el amor y se es consciente de la muerte

Ø    El poeta es creador de su propio universo

Ø    La obra imperfecta e inacabada es mejor que la concluida

En esta ocasión, vamos a tratar de poner énfasis en la herencia romántica que tiene el libro Romance dormido de Jesús Enrique Peralta, a quien felicito por el esfuerzo y ese afán quijotesco de aportar con un libro más, el suyo, a este mundo que se derrumba entre la frivolidad y la estupidez.

Romance dormido es un poemario de rimas tiernas, sentimentales, el cual por momentos se torna en un anecdotario muy íntimo, el cual comparte con sus lectores. Al entrar en las páginas de esta, su ópera prima, nos vamos enterando de algunos supuestos sucesos en la vida del autor, así como de su manera de reaccionar ante los mismos partiendo de su visión particular del mundo.

Primero diremos que el yo poético que habla en este libro es un devoto del Señor de los Milagros. En varias de sus composiciones lo menciona y lo coloca como artífice de una unión entre él y su amada. Es así que el autor, en medio de su desdicha, siente el apoyo de la mano divina sobre sus hombros, en premio a identificarse como el poeta cargador. Jesús escribe frases como: «El Señor me puso a tu lado», «Le agradezco al Señor/ por mandar de su viña…» (refiriéndose a que la amada fue en viada por Dios), «Y el Señor nos llamó para recibir su fiesta».

En otras palabras: Dios, que es amor, hace posible el amor, o por lo menos crea las condiciones para este encuentro.

 

Flyer de la presentación principal de "Romance dormido"

II.            ¿LA MUSA O LAS MUSAS DE JESÚS?

 

Respecto al ser amado, suele ser alguien que tiene una naturaleza divina, la cual se desprende de la intención también divina de unir al poeta con esa persona, con la musa. ¿O acaso podría Dios confabular en contra de Jesús Peralta o su corazón? La respuesta es no.

Pero no hay solo una musa. Existen, por lo menos, cuatro en este libro. Revisemos.

1. LA MUSA DIVINA: Es aquella que ha llegado gracias a la intervención divina, la que le dio encuentro al poeta de la mano de Dios o con la ayuda del Señor de los milagros. Es un ser al que se le atribuye en cuatro oportunidades (que no es poco) literalmente una «belleza infinita». Peralta escribe: «Al contemplar tu divina hermosura», «Ángel bello del señor», «Eres una luz brillante», «Tu hermosura es infinita», etc.

2.  LA MUSA CADETE: La segunda musa es una mujer supuestamente enrolada al ejército, con la que tiene una cita en un encuentro cultural. Ella no está con él, es un ser ausente en las páginas del poeta que la evoca y tiene un poema especial para ella en la página 93, aunque se le menciona otras veces más.

Aquí, el modelo de la musa se desvía de los ideales románticos, ya que podemos deducir que no se trata de un ser frágil, como el que usan de inspiración los grandes maestros del romanticismo universal.

3.  LA MUSA TRAIDORA: En unos versos agrios, oscuros y dolientes, Peralta escribe: «Disfruta todo con él/ sé feliz desde ahora». En el libro no se explica cuál es la falta, pero sí se dice que el yo poético decide despedirse de esa mala experiencia haciendo una catarsis en un último poema dedicado hacia ella.

4. LA MUSA FALLECIDA: También encontramos dentro del catálogo a una musa que ha fallecido en un accidente de tránsito, por quien el poeta sufre una inmensa tristeza y desolación.

5.     LA MUSA ARDIENTE: Si bien es cierto se empezó diciendo que este libro es un texto lleno de ternura, inocencia, de un amor romántico, idealista en exceso, hay un punto de inflexión en el libro que es como un dardo que rompe el cristal de la inocencia. Me refiero al poema: Intenso y delicioso. Aquí el autor anota: «Sin aliento y acostados/ el pasado olvidamos, / al sentir tus latidos, / y escuchar tus gemidos».

6.  LA MUSA DALINA: En el poemario se menciona indirectamente a Mónica Santa María en la composición Soñar estar en tu nube.

7.  LA MUSA REPORTERA: El poema Ejemplo de periodista es una oda para Fátima Saldonid.

Sin embargo, a pesar de las seis musas que hemos identificado en este libro, el autor alza su mano de poeta y escribe en la página cuarenta: 

 

Como honesto poeta,

infiel nunca te seré,

ninguna otra me inspira,

solo a ti te veré.

 

III.   EL AMOR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Por un lado, tenemos a las divinidades: Dios, el Señor de los Milagros, la Musa divina que alienta al poeta con sus consejos (obviamente nos referimos a una de las cinco musas) y, por el otro, para dar un equilibrio a la vida del artista, están las malas experiencias con la gente envidiosa de su amor, de sus letras; la Musa traidora a la que le dice adiós y, ¡cómo no!, el coronavirus.

Al virus se le menciona en las páginas 27, 49, 57en los poemas Dueña de mi poesía donde escribe «Sé que la cuarentena/ impide que nos veamos» y en el poema Ser paciente para amar agrega también: «Sé que esta cuarentena/ impide que nos veamos». También dice en Fortaleza para inspirar: «Durante el tiempo de cuarentena/ quería abrazarte y me cuide».

 

Jesús Peralta, el autor, compartiendo su obra con amigos

IV.       ESTILO:

 

El libro es un conjunto de rimas o canciones de corte popular. El silencio de las metáforas, la complacencia de la rima, las alusiones anecdóticas alejan a dichas composiciones de un trabajo con pretensiones en cuanto a la renovación del lenguaje, la exploración de las metáforas, la experimentación de los sonidos o la profundidad filosófica.

En este caso, Jesús Enrique Peralta Rojas saluda a sus antecesores románticos desde lejos, les alza la mano y los despide, puesto que sus escritos no van por ese camino, sino que apelan a la confesión vestida de un lenguaje muy sencillo y, a veces, coloquial

Tomás Montehermoso, docente y escritor que musicalizó uno de los poemas del libro, junto al autor

V.          CONCLUSIÓN

Siendo este el primer libro de Jesús y considerando su corta edad, sabemos que en una próxima entrega fortalecerá todos estos atributos antes mencionados. Mientras tanto, nos queda la música íntima de sus rimas que se desplazan desde su corazón hasta las páginas que sus lectores, esta tarde, tomarán entre sus manos para llevarse este interesante testimonio de vida, devoción y desengaños amorosos.

Todo romance dormido está predestinado a despertar. 

Después de presentar "Romance dormido" en Túcume, junto al autor, Jesús Peralta

 

 

 

Chiclayo, 5 de marzo de 2022

10: 52 a.m.