domingo, 19 de febrero de 2023

“Que, si sigo tu camino, llegaré a Trujillo” |Por: Ernesto Facho

 Habría que estar allí para sentir el placer de verlos, escucharlos, corearlos, hacerles bromas, y, además, sentir la impotencia de no poder guardarte ese momento en el bolsillo para ponerlo en un cuadro. Pienso, incluso, que ni siquiera filmar el performance de este grupo le haría justicia a la nostalgia más adelante, porque la energía del evento parecía tener algo poderoso y sagrado. 


El argentino Noel Schajris y el mexicano Leonel García, vocalistas de Sin Bandera

EL IMPONENTE PIANO de coral estaba en medio del escenario, frente a nosotros.

La lluvia se había desatado en la ciudad minutos antes. Las gotas caían perpendiculares como si fueran flechas traslúcidas que iluminaban las pistas hacia el Club Trujillo. Allí se iba a presentar Sin Bandera, el dúo baladista más grande de los últimos tiempos. Y eso me parecía increíble.

Frente al extenso piano que nos observaba como a escasos seis metros de distancia, estaban las sillas de plástico blancas, alineadas según la disposición del evento. Ya eran las siete de la noche y no se completaba ni la mitad del aforo. Una multitud de sillas vacías perladas por gotas de lluvia estaban muertas e inmóviles a nuestro alrededor. En el escenario, ágiles hombres y mujeres vestidos de negro entraban y salían, conectaban aparatos, hacían pruebas de sonidos.

A las nueve y quince minutos, aquel 13 de febrero en la ciudad de Trujillo, sin más preámbulo que la vibración del nerviosismo en los cuerpos de los fans, se pudo escuchar las primeras notas de su icónico tema: “Mientes tan bien”. Ambos cantantes aparecieron vestidos también con trajes negros. El público se estremeció como si fuera un solo monstruo o una bestia que responde a la llamada de un flautista entrenado en artes mágicas. Acabando el tema, agradecieron amorosos y humildes a su público por haberlos acompañado esa noche y por cantar sus éxitos. Este agradecimiento se repetiría constantemente.

Con solo el primer sencillo, valiéndose de un artilugio propio de un cantante experimentado, Noel ya se había echado el público al bolsillo, pues había modificado uno de sus versos, el cual quedó así:

Que, si sigo tu camino, llegaré a Trujillo…

A diferencia de otros artistas que, con fines de marketing, tratan de posicionar sus nuevos temas en el corazón de sus fans, considero que ellos fueron empáticos, pues nos dieron lo que todos habíamos ido a buscar. Con esto me refiero a que cantaron —a todo pulmón, entonados y con su voz lastimera llena de melodías— temas clásicos como: “Que lloro”, “Que me alcance la vida”, “Entra en mi vida”, “En esta no”, “Te vi venir”, “Suelta mi mano” y un largo etcétera que acabó por bombardear al público de una nostalgia sin límites y un romanticismo a prueba de fuego y… ¿lluvia? Así es. La lluvia, como si fuera un hermoso telón, había enrollado poéticamente sus cortinas a través de una pausa que duró todo lo que duró el concierto. Y, como si la naturaleza estuviera a la orden de estos cantantes extranjeros, cuando el concierto se hubo acabado, la lluvia siguió su curso.

En cuanto al servicio del Club Trujillo, hubo algo que nos dejó con un mal sabor de boca. Y es que, tratándose de Sin Bandera, era lógico que debían colocar a disposición más de un establecimiento de comida. Pero no fue así. Tan solo una larguísima cola para comprar “choripán” a diez soles era lo que había. Así, muchos de ellos, por tratar de hacerse de la comida, la única opción en todo el establecimiento, se perdieron de los primeros valiosos minutos del concierto.

La nota pintoresca la puso también Schajris cuando, al inicio, expuso al cantante de cumbia Christian Yaipén, quien había llegado acompañado de Jenifer Henríquez, su esposa. El baladista argentino dijo: “Un aplauso para mi amigo Christian. ¡Qué bonito se ve junto a su esposita! Él ha venido dos horas desde Chiclayo. Un aplauso para él”. Acto seguido, imitó a Christian interpretando “Eres mi bien”.

Sin Bandera no dejaba de halagarnos con sus melodías. Pienso que el clímax del concierto tuvo lugar cuando, de un momento a otro, casi en los últimos minutos del show, anunciaron que iban a cantar un tema que les había abierto muchas puertas. Y allí fue cuando todo el público, que ya tenía abarrotado al local, (nunca vi fans tan impuntuales) coreó como si fuera un himno patrio la canción “Kilómetros”.

Parecía que todos, a viva voz, estábamos conectados a un solo corazón que cantaba y hacía música.

Ambos cantantes no dejaron de derrochar talento y carisma, así como tampoco dejaron de agradecer las muestras de afecto 

Es cierto. He ido a muy pocos conciertos en mi vida. Sin embargo, soy consciente de que aquel, tal vez, sea el recital más hermoso y lleno de afecto que veré en mi existencia. Habría que estar allí para sentir el placer de verlos, escucharlos, corearlos, hacerles bromas, y, además, sentir la impotencia de no poder guardarte ese momento en el bolsillo para ponerlo en un cuadro. Pienso, incluso, que ni siquiera filmar el performance de este grupo le haría justicia a la nostalgia más adelante, porque la energía del evento parecía tener algo poderoso y sagrado. 

Llegadas las doce, como si se tratara de una cenicienta musical, el grupo apagó las luces. Parecía que se había marchado. En mi mente, pasé lista y proclamé: “¡Yo vine por ‘Sirenaaaaa’; yo vine por ‘Sirena’!”, pues era uno de los pocos temas que quedaban pendientes y, además, uno de mis favoritos. Aún no se completaban las dos horas, faltaban quince minutos más y el público lo había notado. Se percibió cierta incomodidad. Los de la zona Platinum, —medio en broma, medio en serio—, empezaron a gritar: “¡Mis quinientos soles! ¡No se vayan!” Y fue en ese instante en que volvieron los destellos dorados y ellos ingresaron para interpretar su última canción: “Sirena”. Para ello, Noel dijo que confiaba en sus fans, que sabía que eran educados y pidió al personal de seguridad que nos dejaran llegar hasta ellos.

En un tropel desesperado y nada romántico, la gente se amotinó y luchó por alcanzar primero a sus artistas. Ambos cantantes se inclinaron para tocar las manos de su público y nos regalaron los últimos acordes del evento, siempre agradeciendo.

En el retorno, finalizado el show, la lluvia volvió a cubrir Trujillo. Y nosotros volvíamos con el corazón lleno de música, amor y esperanza, aquella noche inolvidable.

¡Gracias, Sin Bandera!


Flyer promocional del evento en Trujillo 

 

  

Chiclayo, 19 de febrero de 2023