jueves, 29 de diciembre de 2022

RESEÑA| "Lado B de las sombras": ¿La oscuridad es una mujer ausente? | Por: Ernesto Facho

 El título del libro, “Lado B de las sombras”, alude a ese reverso de la realidad que Octavio Paz decía que es en el que andan navegando los poetas. La Literatura, al igual que el arte en general, siempre trata de explorar más allá, de ir hacia adentro, o a esa otra orilla de la reflexión que no alcanza el vulgo, ya que anda secuestrado por el agresivo ataque audiovisual (la luz) al que estamos expuestos.

El poeta Juan José Soto, dando lectura a los versos de "Lado B de las sombras"

  Una noche, César Boyd me dijo que debía conocer a un poeta con «muy buenos contactos». 

Por esos años, recuerdo que la mayoría del Grupo Literario Signos andaba inmerso en el descubrimiento de Roberto Bolaño. Hablábamos mucho de él y de la idea romántica de relanzar el grupo, tratando más o menos de plasmar nuestra doctrina literaria e ir evangelizando un puñado de ideas que no llegaron a cuajarse como las bases del grupo. 

«Ven para que lo conozcas. El pata es de Lima, de Barranco» me dijo el autor de “La misa del yo insaciable”. Y llegamos a un local en Santa Victoria.  

Así conocí a Juan José Soto Bacigalupo, un 3 de agosto de 2011. 

Con su ayuda, pude participar en los eventos literarios más importantes a los que he asistido, después de la Feria Internacional del Libro en el 2019. Siempre confió en mí, no solo como poeta, sino también como articulista. Y, lógicamente, escuché muchas veces sus versos. 

Hace poco, Gianfranco Mejía visitó el colegio donde trabajo. Una señorita de atención al cliente lo atendió y le recibió el libro que su autor me estaba compartiendo, después de que yo aceptara comentarlo hoy, sábado 17 de diciembre. Y yo no sabía que era una bomba. Explico por qué. 

La poesía de Jota, así como lo llamamos sus amigos, ha sufrido una evolución —para mí— inesperada en esta última entrega. Son versos de una calidad que nunca escuché en recital anterior y que no pueden ser alcanzados por las líneas que leí en “Airado Verbo”. 

A mi parecer, “Lado B de las sombras” es el inesperado renacer de un poeta, un cambio de piel, el crecimiento en la videncia que él mismo proclama y con la cual puede navegar a través de las sombras. 

Dicho esto, debo agregar que la lectura de este libro ha sido como ingresar en un nuevo laberinto, pisar tierras ignotas, penetrar en una dimensión desconocida del autor, a la cual tal vez ha podido llegar a través de meditación que le ha procurado la soledad y el confinamiento. 

Paso a explicar. El libro es un poemario que aborda los siguientes temas: 


En la mesa de honor, de izquierda a derecha, Ernesto Facho, Juan José Soto y Jorge Fernández Espino


  1. La búsqueda de lo trascendental: 

El título del libro, “Lado B de las sombras”, alude a ese reverso de la realidad que Octavio Paz decía que es en el que andan navegando los poetas. La Literatura, al igual que el arte en general, siempre trata de explorar más allá, de ir hacia adentro, o a esa otra orilla de la reflexión que no alcanza el vulgo, ya que anda secuestrado por el agresivo ataque audiovisual (la luz) al que estamos expuestos. 

Entonces, si me alejo de la luz, llego a las sombras. Pero este libro no trata solo de las sombras, sino del otro lado de las sombras. Es decir, de una exploración mucho más profunda todavía. 

Y para explorar tinieblas adentro, se necesita de la videncia que Rimbaud decía que había que procurarse como poeta, como robador de fuego. 

Lo dicho anteriormente se evidencia en los siguientes fragmentos: 

Coloco el ojo izquierdo en la cerradura

Giro

Y vuelan despavoridas las sombras

También cuando dice: 

Me alejo de la cercanía del hombre

De su repleto vacío

De su absurda existencia fosforescente

Que atrae exaltados ejércitos de moscas. 

En ambas estrofas, notamos cómo el ojo vidente del poeta, el que ve más allá del ojo humano, puede ver en las sombras lo que los hombres de pobre «existencia fosforescente» no pueden ver. Esto también nos remite al ideal platónico, ya que el poeta, en este caso, estaría enfocado en el mundo de las ideas y no en nuestra realidad vista a la luz del día. 

  1. El misterio de la sombra 

Encuentro una suerte de intertextualidad con La Divina Comedia en el poemario. El yo poético es un moderno Dante que desciende por los círculos de los infiernos. El autor anota: «Hay traslúcidos infiernos/ En los espejos de papel de los orates».  O más bien, un Dante surrealista, ya que en el poemario abundan las descripciones de los abismos y las monstruosas visiones de los bajos. Estas mismas sombras, son las que lo han ayudado a ver más allá del espanto y la soledad y lo han hecho más fuerte, igual que con todos nosotros cuando pasamos por momentos difíciles. 

Teniendo en cuenta lo anterior, me parece oportuno citar las siguientes descripciones: 

Una horda dura, gris 

De hombres piraña

Me levanta en peso

Hurga uno a uno los bolsillos

Me arranca la ropa

Me calatea

Me sacude

Vuelve a sacudirme furiosamente

Asimismo, las visiones de hombres despedazados son muchas veces referencias del yo poético. Se hace alusión, en las horribles visiones del artista, a los desmembramientos propios y de terceros. El yo poético sufre por estar atado a la cotidianidad de las sombras y de sentirse, muchas veces hecho pedazos por el día que lo aplasta. Pero, si buscamos entre los versos de este libro, ¿podremos encontrar la razón de este sufrimiento? ¿Si existen las sombras, también existe la luz en este título? La respuesta es «sí». 

Entonces, ¿dónde está la luz? 

  1. La oscura soledad poética

Hubiera sido absurdo pensar que no hubiera matices en este libro. El nombre no sugiere que todo sea oscuridad, tinieblas, noche. De hecho, no hay ningún poema a la luz; sin embargo, se hace referencia a ella. Repito: a ella. 

Y es que la luz, en “Lado B de las sombras”, es algo que existe en tiempo pretérito, en el ayer. La luz es un recuerdo. 

A continuación, exploraremos los rincones de nostalgia de este libro, donde se alude a ese personaje incidental, en términos narrativos, que aparece por momentos en los espacios oscuros de este lóbrego templo. 

Por ejemplo, cuando el autor dice: 

Son tus nalgas

Enredando mis labios

Hondos ojos

Por los que miro el amanecer. 


La musa, al ausentarse, produce el desasosiego, el tedio, las sombras. 

Es decir, la corporeidad de la musa, el erotismo, su piel, es lo que ayudaba al poeta a salir de las tinieblas. Aquí podemos mencionar a la mujer solar. Incluso más adelante menciona al «desquiciado tren» como metáfora de lo pasajero en la existencia del ser humano. Leamos también la siguiente estrofa: 

Canciones resuenan

Sobre las ramas de los árboles

Ante el oscuro ritual del adiós. 

El adiós, necesariamente, tiene que ser un evento que oscurece, ya que la hembra solar se esfuma, se aleja, se ausenta. Las canciones son los poemas que aterrizan en uno de los dos tipos de oscuridades.  

Existen dos tipos de dicotomías: LUZ/ SOMBRA:

Primero: La luz artificial del mundo vulgar, de la luz fosforescente, frente a la oscuridad donde la videncia del poeta muestra la verdadera trascendencia. Es decir, encontramos a los seres comunes y corrientes presos en los asuntos materiales que pueden ser observados solo a la luz del día, haciendo vidas cotidianas, mientras el poeta, con su videncia, ve más allá.

Segundo: La luz de la mujer frente a la oscuridad del tedio que ofrece la soledad. 

Y si hay un poema donde descansa esta última luz femenina, tendremos que ir por el poema XII, el cual es un artefacto poético muy especial dentro de estas páginas, ya que casi todo está manchado de infierno, cadáveres, monstruos y mutilaciones. El poema duodécimo es, en referencia una vez más a la Divina Comedia, el Paraíso de Dante ya que, al igual que en la obra del vate italiano, este simboliza a la luz y, también, todo termina siendo un sueño. Dichos versos son los que le dan cierto equilibrio a este libro, el espacio por donde se filtra la vida nutrida de nostalgia pura. 

Tropiezas con la luz matinal

Te levantas

Rozas el canto de las sombras. 

Y cierra diciendo: 

Cruento despertar 

Que nos entrega mañanas 

Sin el menor rastro de luz.

Aquí la mujer se ha ido y, con ella, la luz. No queda de ella el menor rastro. El poeta se sumerge en las tinieblas y las explora desde el barranco de su soledad. 

Sin duda alguna, esta noche Juan José nos trae una propuesta que no puede faltar en la biblioteca de ningún lector. Ha pasado mucho tiempo desde nuestro primer encuentro, once años ya, y esperamos que, en lo sucesivo, el poeta nos siga trayendo más sorpresas, dejando atrás los despojos de los anteriores rostros, buscando nuevas identidades en ese océano de sombras del que se ha convertido en un buzo experto. 

¿Acaso allá en las sombras aguardan muchas más palabras para su canto?

¡Felicidades por el nuevo título! 


La presentación de "Lado B de las sombras", en el marco del Ciclón de Poesía, fue un evento que tuvo gran concurrencia. 




Sábado 17 de diciembre de 2022


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